La imagen de ríos de gente paseando sobre inabarcables alfombras de vasos de plástico aplastados en el suelo, y bailando entre papeleras rebosantes de residuos orgánicos e inorgánicos mezclados entre sí, parece estar, finalmente, en franca extinción. Cada generación tiene sus festivales de referencia, y la actual no sólo busca experiencias musicales memorables sino eventos afines a los valores que la definen. Dicho de otro modo: esta generación ya apuesta por los festivales sostenibles. La norma es que los eventos multitudinarios de esa naturaleza dejen una importante huella de carbono –debido al gran consumo energético y la masiva generación de residuos– pero, por suerte, en la actualidad ya hay nuevas formas de organizar y celebrar la música en directo.

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